Diferencia entre revisiones de «2006 - Sobre la poesía maquinal o escrita por máquinas. Un manifiesto para la destrucción de los poetas. - Eugenio Tisselli»

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"¿quién puede pensar en el arte, cuando existe la posibilidad de la felicidad?", se pregunta un escritor contemporáneo. y si, en efecto, el arte ejerce de somnífero o antidepresivo hoy en día, ¿no sería mejor desmontar ese falso refugio para afrontar así nuestra infelicidad cara a cara, e intentar superarla?
 
"¿quién puede pensar en el arte, cuando existe la posibilidad de la felicidad?", se pregunta un escritor contemporáneo. y si, en efecto, el arte ejerce de somnífero o antidepresivo hoy en día, ¿no sería mejor desmontar ese falso refugio para afrontar así nuestra infelicidad cara a cara, e intentar superarla?
  
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eugenio tisselli
 
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[*] A diez años de haberse escrito, vale la pena profundizar un poco más en este punto. En “La sublevación”, Franco Berardi plantea una tesis, tan apasionante como arriesgada, sobre el papel político de la poesía. Berardi observa que la creación de valor en la esfera capitalista ya no está supeditada al trabajo físico o a la producción de bienes materiales sino, principalmente, a la operatividad abstracta y autónoma de las finanzas. De forma paralela a este proceso, propone el autor, el signo lingüístico también ha sido sometido a una creciente abstracción especulativa. Tanto en el lenguaje cotidiano como en la poesía, la palabra remite cada vez menos al mundo, y cada vez más a una esfera autónoma de recombinación y mera funcionalidad: la palabra se empobrece al volverse un mero operador matemático. Berardi propone entonces una sublevación poética que provoque una resensibilización de lo humano a través de la reconexión erótico-simbólica con el mundo. La poesía maquinal persigue este mismo objetivo pero, a diferencia de la tesis de Berardi, reconoce la imposibilidad de regresar inmediatamente a una utilización premoderna del lenguaje con el fin de aliviar el dolor del significante y restaurar sus vínculos con el significado. Así pues, la poesía maquinal mete el dedo en la llaga para hacer más profunda y dolorosa la herida, buscando hacer aún más abstracta nuestra relación con el mundo mediada por el lenguaje. Siguiendo un principio homeopático, busca llegar a un grado de abstracción tan radical que al lectoescritor no le quede más remedio que volver por sus propios medios a lo concreto (después de tocar fondo, no queda más que dejarse flotar, de regreso, hacia la superficie del mundo) ¿Podrá cumplir con este objetivo la poesía maquinal?
  
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[*]
 
A diez años de haberse escrito, vale la pena profundizar un poco más en este punto. En “La sublevación”, Franco Berardi plantea una tesis, tan apasionante como arriesgada, sobre el papel político de la poesía. Berardi observa que la creación de valor en la esfera capitalista ya no está supeditada al trabajo físico o a la producción de bienes materiales sino, principalmente, a la operatividad abstracta y autónoma de las finanzas. De forma paralela a este proceso, propone el autor, el signo lingüístico también ha sido sometido a una creciente abstracción especulativa. Tanto en el lenguaje cotidiano como en la poesía, la palabra remite cada vez menos al mundo, y cada vez más a una esfera autónoma de recombinación y mera funcionalidad: la palabra se empobrece al volverse un mero operador matemático. Berardi propone entonces una sublevación poética que provoque una resensibilización de lo humano a través de la reconexión erótico-simbólica con el mundo. La poesía maquinal persigue este mismo objetivo pero, a diferencia de la tesis de Berardi, reconoce la imposibilidad de regresar inmediatamente a una utilización premoderna del lenguaje con el fin de aliviar el dolor del significante y restaurar sus vínculos con el significado. Así pues, la poesía maquinal mete el dedo en la llaga para hacer más profunda y dolorosa la herida, buscando hacer aún más abstracta nuestra relación con el mundo mediada por el lenguaje. Siguiendo un principio homeopático, busca llegar a un grado de abstracción tan radical que al lectoescritor no le quede más remedio que volver por sus propios medios a lo concreto (después de tocar fondo, no queda más que dejarse flotar, de regreso, hacia la superficie del mundo) ¿Podrá cumplir con este objetivo la poesía maquinal?
 
 
 
 
 
  
 
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Revisión del 04:31 18 abr 2017

Eugenio tiselli.jpg

Texto

"¿quién puede pensar en el arte, cuando existe la posibilidad de la felicidad?", se pregunta un escritor contemporáneo. y si, en efecto, el arte ejerce de somnífero o antidepresivo hoy en día, ¿no sería mejor desmontar ese falso refugio para afrontar así nuestra infelicidad cara a cara, e intentar superarla?

1. la transformación de lo subversivo en espectáculo ha dejado al poeta (cuya misión es la subversión del lenguaje) sin sitios a donde escapar. el poeta es hoy una rata en un rincón, temblando bajo la escoba de los poderes espectaculares.

2. el humanismo ya no cabe en un mundo en proceso acelerado de destrucción a manos de los propios humanos. la carga "humana" soportada por la poesía es ya moralmente insostenible.

3. la conexión significativa entre símbolo (palabra) y señal (realidad) se ha roto de manera irremediable, gracias a los abusos lingüísticos de ámbitos como la economía, la política, la comunicación a nivel masivo, el entretenimiento, la mercadotecnia y el consumo salvaje y excesivo.

4. ya no es posible "hacer sentido", todos los significados se han vaciado. vivimos en la era de los cascarones huecos. las nociones de "verdad" y "mentira", por ejemplo, han perdido todo su peso específico, ante la generalización de la charlatanería.

5. las máquinas calculadoras en su variante electrónica, las herramientas / medios capitalistas por excelencia, no han sido usadas para liberar al ser humano del trabajo y la infelicidad, tal como parecían prometer múltiples voces, sino para esclavizarlo aún mas y convertirlo cada vez mas en un ser dependiente, aislado e infeliz. su pervasividad ha extendido esta dependencia como un virus, hasta llevarla a las áreas mas íntimas de la vida.

6. dichas máquinas, sin embargo, pueden todavía ser usadas para liberar al ser humano de las cadenas de si mismo. esta parece ser la última frontera, y a la vez el último recurso.

7. mucho de lo que el ser humano destruye cuando "crea", puede salvarse si las tareas de creación son confiadas a las máquinas.

8. muy poca energía y espíritu le queda al ser humano después de haber creado. tanto en la literatura como en el arte, lo creado tiene sentido solamente cuando es difundido o exhibido públicamente; esto lleva al "creador" a realizar esfuerzos extenuantes y a recurrir a extremos humillantes. la crisis del lenguaje y la sobreabundancia de estímulos convierten a las creaciones publicadas en una mera caricatura de la profundidad buscada, y las condenan a una muerte súbita y miserable, que puede evitarse solamente si el mercado necrófilo las mantiene con respiración artificial.

9. las máquinas poéticas, los algoritmos generadores de poemas, abren la última via posible hacia la liberación: la superación del arte hacia la plenitud de la vida. que las máquinas hagan la poesía, para así nosotros dedicarnos a vivir.

10. la poesía maquinal ya no representa, no expresa, no refleja, no plasma experiencias, no busca enaltecer ni envilecer, no es un vehículo de nada ni de nadie, simplemente es y está allí. las palabras de la poesía maquinal son químicamente puras, ya que provienen del cálculo; de la ejecución de un algoritmo.

11. la poesía maquinal es imperfecta desde varios puntos de vista lingüísticos, y en esa imperfección radica su riqueza. la supresión de la gramática lleva a la supresión de dios, dijo alguien. la poesía maquinal, desarmada y fragmentada, busca ser construída en la mente y el espíritu de cada lector. si el mundo es ya ininteligible, la poesía maquinal es, en un primer momento, un "manual de uso" para re-aprender a leerlo [*]. sin embargo, la poesía maquinal aspira, en un futuro urgente, a ser leída única y exclusivamente por máquinas. liberación también para el lector humano.

12. la poesía maquinal llenará de palabras rotas pero bellas los pocos años que le quedan a la humanidad.

13. ¡y al final, ni siquiera la belleza!

girona, 2006.

eugenio tisselli

[*] A diez años de haberse escrito, vale la pena profundizar un poco más en este punto. En “La sublevación”, Franco Berardi plantea una tesis, tan apasionante como arriesgada, sobre el papel político de la poesía. Berardi observa que la creación de valor en la esfera capitalista ya no está supeditada al trabajo físico o a la producción de bienes materiales sino, principalmente, a la operatividad abstracta y autónoma de las finanzas. De forma paralela a este proceso, propone el autor, el signo lingüístico también ha sido sometido a una creciente abstracción especulativa. Tanto en el lenguaje cotidiano como en la poesía, la palabra remite cada vez menos al mundo, y cada vez más a una esfera autónoma de recombinación y mera funcionalidad: la palabra se empobrece al volverse un mero operador matemático. Berardi propone entonces una sublevación poética que provoque una resensibilización de lo humano a través de la reconexión erótico-simbólica con el mundo. La poesía maquinal persigue este mismo objetivo pero, a diferencia de la tesis de Berardi, reconoce la imposibilidad de regresar inmediatamente a una utilización premoderna del lenguaje con el fin de aliviar el dolor del significante y restaurar sus vínculos con el significado. Así pues, la poesía maquinal mete el dedo en la llaga para hacer más profunda y dolorosa la herida, buscando hacer aún más abstracta nuestra relación con el mundo mediada por el lenguaje. Siguiendo un principio homeopático, busca llegar a un grado de abstracción tan radical que al lectoescritor no le quede más remedio que volver por sus propios medios a lo concreto (después de tocar fondo, no queda más que dejarse flotar, de regreso, hacia la superficie del mundo) ¿Podrá cumplir con este objetivo la poesía maquinal?

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