1997 - El Aleph (Manifiesto)

De Dominios, públicos y acceso
Revisión del 00:01 3 feb 2022 de Paz (discusión | contribs.) (Página creada con «== <small>'''Texto'''</small> == Aleph: ese lugar de los puntos que contiene todos los lugares del espacio. Un lugar que ha de no estar en sí, sino diseminado en su pura…»)
(difs.) ← Revisión anterior | Revisión actual (difs.) | Revisión siguiente → (difs.)
Ir a la navegación Ir a la búsqueda

Texto

Aleph: ese lugar de los puntos que contiene todos los lugares del espacio. Un lugar que ha de no estar en sí, sino diseminado en su pura exterioridad. Aquel no-lugar de los infinitos lugares, que, no estando en sí, están en todos los otros.

Como una especie de reverberación infinita, sin centro.

Como un espejo que enfrentado a sí mismo genera una circularidad absoluta, en la que todos los lugares que no son —se nombran entre sí, en un enjambramiento sin límites ni extremo, sin origen ni finalidad. Como una especie proliferante y difusa de red excéntrica, sin nodos dominantes, sin jerarquías, sin centro alguno. Como una suave onda que se expande y retorna, vibración leve que, como un aliento, inunda y se exhala, inunda y se exhala. Interior y exterior, todo permeado en una voz remota y secreta, de nadie, perdida en sus ecos.

Aquella extraña esfera leibniziana, toda ella eco oscuro de la infinidad de lo demás, de todo lo demás, preñando su interior vacío y sin ventanas de un ser —que no se tiene por sí. Ni identidad ni centro, sin luz propia ni autoreflejo alguno, ese lugar de los puntos que contiene todos los lugares del espacio —precisamente porque no habita ninguno de ellos. Sino el no lugar, el no espacio de aquello que simplemente prolifera, se expande, crece de lo imprevisible y en lo extraño, aumenta y se desplaza de sí, sin tiempo, sin patria, sin orden propio —o alguno.

Aquella extraña tierra plana deleuziana, plano de consistencia para el infinito de los encuentros, en que todo entona un único y sobrio canto de guerra —que se proclama: haced rizoma. Canto de guerra para una trascomunidad de ningunos, de cualseas,guerra encendida para una economía de lo incalculable, de lo insometible a cuantía, de lo sin más indomesticable. Allí donde toda codificación del nombre y la palabra, del grafo y sus significancias, se abisma en el espejo oscuro de un castillo inexpugnable: el de los destinos cruzados; en el laberinto desbordado de un jardín infinito: el jardín de los senderos que siempre, una y otra vez, se abren y bifurcan en todas direcciones.

Ese territorio extraño siempre en fuga de sí mismo, frontera siempre desplazada, en que todo dominio de lo privado se diluye en lo público, en que todo espejismo de intimidad se desborda en la más oscura economía de lo simbólico —del deseo desbordado en imaginarios inagotados, y siempre por territorializar para lo colectivo, allí donde lo colectivo no se prefigura sino como un sueño desbocado, precario y movedizo.

Ese impenetrable baúl borgiano, sin fondo ni contenidos, en que todo es puesto, a la vez, por la fantasía desmedida del que se asoma. Cayendo en su profundidad insondable, cada mirada es allí —aquí— presión de completud, de totalidad, pasión de infinitud: conciencia entonces de no ser más que el reflejo interminable del espejo de todo lo otro.

“Vi el Aleph: y el Aleph en la tierra, y en la tierra el Aleph, y en el Aleph otra vez la tierra. Y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha visto”. Pues solo así puede manifestarse —sin cesar de hacerlo— lo que no se manifiesta. En Aleph, el Aleph.


Contexto

Publicación anónima aparecida en 1997 dentro de la “Genealogía” de Aleph-arts.org, “un website dedicado a net.art, pensamiento y crítica de las nuevas prácticas en internet (…) desarrollado entre 1997 y 2002, por iniciativa de la Asociación Cultural aleph” como “el primer Servidor de internet en España dedicado única y exclusivamente al Arte”. Inspirado en el cuento de Jorge Luis Borges, El Aleph, Ricardo Echevarría había iniciado el proyecto en 1995 como una “meta-obra (…) un lugar de lugares” para la experimentación artística en línea que comenzó a desarrollar en los laboratorios de artes electrónicas del Museo Internacional de Electrografía de Cuenca (España), con la dirección técnica de Luis Férnandez. Al proyecto se sumará más tarde la dirección editorial de José Luis Brea y la dirección artística de La Société Anonyme, “un grupo de artistas y teóricos de composición variable, fundado en 1990 y dedicado específicamente a investigar y desarrollar experimentalmente las relaciones entre las prácticas artísticas y el pensamiento crítico”. A lo largo de sus cinco años de existencia el sitio se convirtió en un importante punto de encuentro, exhibición y discusión, que incluía una lista de noticias llamada ::eco:: con el objetivo de “favorecer la emergencia de una comunidad net.artística entre los hispano-parlantes”.

Fuentes

Enlaces

URL:

Wayback Machine: https://web.archive.org/web/19971015233407/http://aleph-arts.org/informacion/genealogia/manif/manifiesto.htm