1994 - Desobediencia Civil Electrónica - Critical Art Ensemble

De Dominios, públicos y acceso
Revisión del 00:30 30 ene 2022 de Paz (discusión | contribs.) (Página creada con «== <small>'''Texto'''</small> == Una característica esencial que diferencia al capitalismo tardío de otras formas políticas y económicas es su modo de represen tar el…»)
(difs.) ← Revisión anterior | Revisión actual (difs.) | Revisión siguiente → (difs.)
Ir a la navegación Ir a la búsqueda

Texto

Una característica esencial que diferencia al capitalismo tardío de otras formas políticas y económicas es su modo de represen tar el poder: lo que una vez fue una masa de hormigón sedentaria se ha convertido ahora en un flujo electrónico nómada. Antes de la gestión computerizada de información, el corazón del orden y el control institucional era fácilmente localizable. De hecho los regímenes utilizaban la apariencia conspicua de los espacios del poder para mantener su hegemonía. Castillos, palacios, burocracias gubernamentales, oficinas corporativas y otras estructuras arquitectónicas se alzaban amenazantes en los centros de las ciudades, retando a los descontentos y a las fuerzas subterráneas a desafiar sus fortificaciones. Mostrando una solidez inexpugnable y atemporal, estas estructuras podían detener o desmoralizar a los movimientos de protesta antes siquiera de que empezaran. Pero en realidad la prominencia de este espectáculo era un arma de doble filo. Una vez que la oposición se desesperaba lo suficiente (debido a la privación material o al colapso simbólico de la legitimidad de un régimen dado), su fuerza revolucionaria no tenía problemas para encontrar y confrontar a los poderosos. Si conseguían atravesar las fortificaciones el régimen con toda probabilidad colapsaba. En este amplio contexto histórico surgió la estrategia general para la des�obediencia civil (DC).

Esta estrategia era inusual porque los grupos de protesta decidieron que no necesitaban actuar violentamente contra quienes ocupaban los búnkers del poder, y eligieron en cambio usar varias tácticas para perturbar las instituciones hasta tal extremo que sus ocupantes quedaban desempoderados. Aunque la cara amable de la fuerza moral era el pretexto para usar este enfoque, los trastornos económicos y los disturbios simbólicos fueron los que en conjunto hicieron efectiva la estrategia. Hoy las acciones de DC generalmente tienen como objetivo acelerar la reforma institucional en lugar de provocar el colapso nacional, ya que este estilo de resistencia hace posible la negociación. Por esta razón los gobiernos modernos del primer mundo tienden a ser más tolerantes con estas acciones que no amenazan necesariamente la continuidad de una nación o de su clase dominante. Si bien la DC no queda impune, en general, ni se topa con toda la violencia del estado, ni sus participantes suelen ser etiquetados de revolucionarios y tratados como presos políticos cuando son arrestados. (Por supuesto, ha habido notables excepciones a esta política en el primer mundo, como la persecución de los activistas por los derechos civiles en el sur profundo de EE. UU.).

Aunque la DC sigue siendo efectiva en su formulación original (sobre todo a nivel local), su eficacia disminuye con cada década que pasa. Esta merma se debe principalmente a la creciente capacidad del poder para evadir las provocaciones de los participantes en la DC. Aunque los monumentos del poder aún permanecen visibles en lugares estables, la agencia que mantiene el poder no es visible ni estable. El poder ya no reside de manera permanente en estos monumentos, el orden y el control ahora se mueven a su antojo. Si los mecanismos de control son desafiados en una ubicación espacial, simplemente se mueven a otra. Como resultado se impide que los grupos de DC establezcan un teatro de operaciones que pueda realmente llevar al traste una institución determinada. Bloquear las entradas a un edificio o alguna otra acción de resistencia en el espacio físico puede evitar la reocupación (el flujo de personal), pero esto carece de consecuencias relevantes ya que el capital-información continúa fluyendo.

Se deben refinar estos métodos de resistencia anticuados e inventar nuevos métodos de disrupción que ataquen los (no)centros del poder a nivel electrónico. La estrategia y las tácticas de DC aún pueden ser útiles más allá de las acciones locales, pero solo si se utilizan para bloquear el flujo de información más que el flujo de personal. Desafortunadamente a la hora de implementar la revisión de los modelos de DC la izquierda es su peor enemigo. Esta situación es particularmente irónica, ya que la izquierda siempre se ha enorgullecido de usar la historia para el análisis crítico. Ahora, en lugar de reconocer el giro actual en las fuerzas históricas para construir estrategias de activismo político, los miembros de la izquierda continúan actuando como si todavía vivieran en la era del capitalismo temprano. Esto es particularmente extraño porque la teoría contestataria siempre enfatiza la importancia de los cambios dramáticos en la economía política (del capitalismo temprano al capitalismo tardío, de la economía industrial a la economía de servicio, de la cultura de producción a la cultura de consumo, etc.). La falta de comprensión de la izquierda sobre este asunto indica de facto que la escisión entre teoría y práctica es tan mala como antes (o peor).

Esta forma particular de retraso cultural impide que los activistas divisen nuevas estrategias por razones que son difíciles de identificar. Una de ellas es la presencia continua de remanentes de la Nueva Izquierda de los años sesenta dentro de las filas de Esta forma particular de retraso cultural impide que los activistas divisen nuevas estrategias por razones que son difíciles de identificar. Una de ellas es la presencia continua de remanentes de la Nueva Izquierda de los años sesenta dentro de las filas de CAE lo ha dicho antes, y lo volverá a decir: en lo que respecta al poder ¡las calles son capital muerto! La élite del poder no puede encontrar nada de valor en las calles y tampoco necesita controlarlas para administrar y mantener con eficiencia las instituciones estatales. Para que la DC tenga un efecto significativo, la resistencia debe apropiarse de algo valioso para el estado. Una vez que alcanza un objeto de valor, la resistencia tiene una plataforma desde la cual poder negociar (o tal vez exigir) un cambio.

Hubo un tiempo en que el control de la calle fue un elemento valioso. En el París del siglo XIX las calles eran los canales de movilización del poder de naturaleza económica o militar. Si se bloqueaban las calles y se ocupaban las fortalezas políticas clave, el estado se volvía inerte y en algunos casos colapsaba por su propio peso. Este método de resistencia, aún útil en los años sesenta, ha dado lugar desde finales del siglo XIX a rendimientos decrecientes, pasando de ser una práctica radical a una liberal. Esta estrategia se basa en la necesidad de centralizar el capital en las ciudades, pero a medida que aumenta la descentralización del capital traspasando las fronteras nacionales y abandonado las ciudades, la acción callejera se ha vuelto cada vez más inservible. Desde que las ciudades abandonadas por los negocios se han dejado pudrir en un estado de bancarrota y se han plagado de crimen y enfermedad, parece razonable suponer que ya no son útiles a la expansión del poder. Si fueran de utilidad, seguro serían renovadas y defendidas continuamente.

El peligro se cierne sobre esta línea de argumentación amenudo tautológica. ¿La ciudad no tiene valor porque no se mantiene o no se mantiene porque no tiene valor? Este error lógico es inevitable ya que la pregunta de quién o qué tiene el control no se puede responder. El poder mismo no puede ser visto, solo aparece su representación. Lo que había tras la representación se ha perdido. La ubicación y la naturaleza del poder cínico es una cuestión puramente especulativa. El macro poder se conoce solo como una serie de abstracciones del tipo “hombres blancos heterosexuales”, “la clase dominante” o, la mejor de todas, “los poderes fácticos”. El macro poder se experimenta solo a través de sus efectos y jamás como causa. En consecuencia, ciertos indicadores deben usarse para determinar qué es valioso al poder o para encontrar su (no)ubicación. La suposición aquí es que los indicadores clave del poder-valor están en el grado de defensa de una ubicación o una mercancía y del castigo a los intrusos. Cuanto más intensa es la defensa y el castigo, mayor es el poder-valor. Estos indicadores derivan de la experiencia y no se les puede dar una justificación teórica ya que un segundo principio tendría eventualmente que ser utilizado para explicar un primer principio.


Contexto

Electronic Civil Disobedience fue escrito por el colectivo estadounidense Critical Art Ensemble (CAE) en la primavera de 1994 para el Anti-work Show de Printed Matter en el DIA (Nueva York). Siguiendo el modo soviético de acceso público a la prensa, se presentó en forma de póster instalado sobre la ventana de Printed Matter, y en un panfleto impreso gratuito. Ese año lo retoma Thread Waxing Space (Nueva York) para la exposición y el catálogo de Crash: Nostalgia for the Ausence of Cyberspace. “Las adendas fueron escritas el verano siguiente antes de que el artículo fuera presentado en la conferencia Terminal Futures en el Institute for Contemporary Arts de Londres”. En 1996, Pit Schultz lo envió a Nettime y CAE lo incluyó como primer capítulo de su libro Electronic Civil Disobedience & Other Unpopular Ideas, publicado por Autonomedia(Nueva York).

Autoras

Fuentes

Enlaces

URL: Wayback Machine: