1993 - El dandi de los datos - Adilkno/Bilwet
Texto
“No creo en el progreso pero sí en el estancamiento de la estupidez humana –Admiro las sillas japonesas porque no se han hecho para sentarse”–
Oscar Wild
El dandi de los datos recoge la información para presumir y no para transmitir. Está bien, demasiado bien, o incluso exageradamente bien informado. Preguntas puntuales encuentran respuestas no deseadas. Siempre se le ocurre algo diferente. El fenotipo del dandi de los datos es tan temido como lo fue su predecesor histórico cuyo espacio predilecto era la calle y el salón. La elegante extravagancia con la que despliega las más detalladas trivialidades sorprende al pragmático usuario de los media. El dandi de los datos se burla del consumo moderado y la ingesta mesurada de noticias y entretenimientos de actualidad, y no se preocupa por un exceso o sobrecarga de conocimiento especializado. Su cuidada cartera de información no revela ningún motivo constructivo. Se esfuerza al máximo para parecer lo más arbitrario posible. Uno se pregunta: ¿por qué el cabeza-datos querría saber todo esto? No hace zapping por aburrimiento sino por falta de voluntad para mantenerse al día de los acontecimientos actuales y las últimas preocupaciones de los demás.
La pantalla es el espejo donde se acicala. El abotonado y desabotonado del dandismo textil ha encontrado a su sucesor en los cambios de canal de la decadencia on/off. Envuelto en los más finos hechos y los gadgets más insensatos, el nuevo dandi desregula la economía del tiempo de la información = la gestión del dinero. Pasa la mayor parte de su tiempo computacional decorando lujosamente su disco duro y creando sofisticados circuitos entre miles debaratijas de software heterogéneas. El PowerBook como adorno es el orgullo de muchos digitalistas de salón. Se burla de la actualidad,las tendencias y la moda dondequiera que aparezca, mostrando brevemente un yo que es su propio presentador.
En la era de la información multimedia masiva ya no se puede diferenciar entre lo uniforme y lo multiforme. Ni la visión general ni los detalles precisos pueden aliviar la confusión mental. En este escenario el dandi de los datos demuestra lo que todo el mundo sabe, esto es, que la información puede ser omnipresente pero no es accesible fácilmente. Ciertos hechos son muy halagadores y uno debe desarrollar para ellos un olfato muy fino. A diferencia del coleccionista de datos, el dandi no se preocupa por la obsesión del archivo completo sino por la acumulación de tantos ornamentos inmateriales como sea posible. Si bien el otaku se retrae en sí mismo y nunca cruza los límites de su cultivo solitario, los grupos de noticias más extrovertidos son precisamente lo que busca el dandi de los datos para lanzar sus improductivas contribuciones. Lo que el dandi de los datos saca de un sitio para mostrarlo en otro es solo de importancia secundaria si la presentación no resulta del todo indiscreta. Su raro ingenio distrae la atención de los ítems comunes y corrientes. La inventiva de sus buenas palabras tiene una duración de treinta segundos después de los cuales desaparecen de la pantalla tan rápido como llegaron. Nuestro dandi de los datos es un corredor de gigawares que entiende que tu basura es su maquillaje y su sustancia tu fluido.
El dandi de los datos muestra un inquietante parentesco con el político que también se impone sobre nosotros con frases vacías y no se marcha nunca. Ahora que las clases políticas en su lucha a muerte han descubierto los media se niegan a dejarlos ir y sus intentos fanáticos de solicitar apoyo están adquiriendo los rasgos del dandi. El dandi de los datos emerge en el vacío político que quedó abandonado cuando la cultura de oposición se neutralizó a sí misma en una síntesis dialéctica con el sistema. Allí se revela como un oponente adorable y falso por igual ante la gran ira de los políticos, quienes consideran su propio dandismo joven y pragmático una herramienta publicitaria y no necesariamente una meta personal. Desatan su ira sobre periodistas, expertos y personalidades que componen el elenco casual en el plató del estudio, donde el único tema de conversación es quién controla la dirección. Sin embargo, el dandi de los datos les resulta desesperadamente difícil, ya que rechaza el papel de oponente deportivo y se niega a hacer preguntas cortésmente críticas. Nuestro bonvivant disfruta de todas las demostraciones de banalidad y el esmero inútil no le ofende en absoluto.
La malicia habría sido útil, pero el imperfecto subversivo muestra precisamente su lado más atractivo. Su encanto es mortal. Mientras que el underground sin talento va en busca de instrumentos para causar problemas al sistema, el dandi de los datos deja que todo enloquezca con estilo. Ya no existe ningún movimiento social,oposición o corriente subalterna ni pueden aparecer de pronto de la nada, solo pueden hundirse más en el individuo. Una vez vaciados los media permanecen vacíos para siempre, ninguna declaración puede competir con eso. Hackers y ciberpunks no se manifiestan,simplemente porque no existen y solo pueden ser conjurados como fantasmas. Recurrir a fuerzas sociales ficticias es un intento desesperado de encontrar otra forma de medir al enemigo. Lo mismo se aplica al dandi de los datos que es tomado por un protofascista y aparece brevemente como participante ilusorio, como un hooligan teórico, durante el debate terapéutico sobre el ascenso de la extrema derecha.
La red es para el dandi electrónico lo que la calle metropolitana fue para el dandi histórico. Pasear a lo largo de los bulevares de datos no puede ser prohibido y al final atasca todo el ancho de banda. La conversación demasiado civilizada durante una cita revela algunos datos fuera de lugar y objetables, pero nunca resulta en disidencia. Equivocar deliberadamente el destino de navegación y conducir con elegancia a toda velocidad por el electroambiente ajeno resulta admirable, envidiable y confuso y apunta conscientemente a la incomprensión estilizada. El dandi mide la belleza de su apariencia virtual según la indignación moral y la carcajada de los civiles conectados. Es un rasgo natural del aristócrata de salón disfrutar del shock de lo artificial. Por eso en el ciberespacio con todos sus atributos, se siente como en casa. Colonia y medias rosas han sido reemplazadas por preciosas Intel, delicados guantes de datos, gafas mariposa incrustadas de rubíes y sensores unidos a sus cejas y fosas nasales. ¡Fuera la estética cruda de los cibernautas de la NASA! El dandi de los datos ha ido mucho más allá de la etapa pionera, la cuestión ahora es la gracia del gesto medial.
Si la multitud anónima en las calles era la audiencia del dandi de bulevar, los usuarios conectados a la red son los del dandi de los datos. Se siente obligado a emplear a los otros usuarios como la masa anónima, la normalidad amorfa de la que él se distingue claramente. El dandi de los datos sabe que él nunca es uno de tantos locos en el carnaval de la diversidad del circo de la información. Nunca se presentará a sí mismo como la enésima identidad retro o el remanente de alguna moda del siglo XX porque solo puede jugar con las reglas de la red como no-identidad. ¿Qué es la exclusividad en la era de la diferencia? El dandi no está interesado en contraseñas ultra secretas para entrar en salones de datos cada vez más exclusivos, para hacer su dramática aparición necesita plazas virtuales. El dandismo de los datos nace de una aversión a ser exiliado en su propia subcultura. Los archienemigos de los dandis son los campamentos y los cultos que se esconden en lugar de manifestarse abiertamente. Por el contrario, el dandi lanza repetidamente Denominadores Comunes Temporales (DCT) sin sentido en los que cada subcultura cree reconocerse. Consigue así atraer una enorme masa gris con la que escenificar sus propios espectáculos. Crea una falsa identidad pública y pone a prueba las convenciones. Algunos ejemplos arbitrarios de DCT fuertes con un alto coeficiente de vaguedad son las demostraciones contra la Guerra del Golfo, el ciberpunk, el conocimiento ilegal, la TV táctica y el accidente aéreo de Northwest Airlines. El dandi de los datos surfea las olas de estos DCT, es lo que le hace funcionar.
En la red, lo único que aparece como una masa es la información misma. Tan pronto como un nuevo campo de conocimiento es encontrado, se divide y ramifica en una cantidad infinita de información que fluye hacia adentro y hacia afuera. El nuevo tema de hoy son los 23 grupos de noticias de mañana. Si el dandi de los datos desea aparecer como una figura real solo puede hacerlo en forma de datos dandi. Estos datos son queer: mientras los datos heteroinformativos de personas hetero se preocupan de la calificación, la conexión y la reproducción, desplegándose y causando así una mayor desintegración, los datos homoinformativos de los dandis son excéntricos pero no peculiares. Los homodata se asocian con otros y se pierden en sí mismos. Al igual que los DCT, atraen información más o menos similar y la concentran desenfadadamente dentro del campo de información donde el espectáculo pueda comenzar. Parece que hay un encuentro o confrontación con el Sistema, pero este contacto no arroja momento productivo, causa o efecto alguno. Los datos dandi son puramente situacionales, parásitos por excelencia. Lo que queda es leyenda, el combustible de todos los media y la esperanza de la teoría.
Contexto
The Data Dandy fue redactado en 1993 por la asociación independiente de artistas/ autores, The Foundation for the Advancement of Illegal Knowledge/ Stichting tot Bevordering van Illegale Wetenschap (ADILKNO/BILWET), formada en Amsterdam (Holanda) por Bas-jan van Stam, Geert Lovink, Arjen Mulder, Lex Wouterloot y Ger Peeters con Patrice Riemens como embajadora. Ese mismo año, aparece en C-Theory un fragmento del manifiesto que había aparecido con el título “The Art of Being Informed, Over de Datadandy” en el Dictionary of Art & Technology del InterCommunication Center de Tokio ( Japón), firmado por Lovink y retitulado “The Media Gesture of Data Dandysm”. En 1994 da título a la compilación De Datadandy publicada en Amsterdam por De Balie (en disquetes) y traducida al alemán por Bollmann Verlag. En 1998 aparece traducido al inglés en la compilación The Media Archive (Autonomedia, Nueva York), muchos de cuyos textos habían sido escritos para el Mediamatic Magazine. Es una de sus “potenciales figuras mediáticas” más populares descritas en sus UTO (Unidentified Theoretical Objects), textos breves al estilo del manifiesto pero puramente especulativos de los cuales “El dandi de los datos” constituye solo una muestra.
Anti-Copyright © 1997 Autonomedia & Adilkno.
Autoras
Fuentes
Enlaces
URL:
Wayback Machine: https://web.archive.org/web/19990420132506/http://thing.desk.nl/bilwet/adilkno/TheMediaArchive/26.txt