1999 - Afro-futurismo: una declaración de intenciones del exterior al interior y viceversa - Paul D. Miller alias DJ Spooky that Subliminal Kid

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1999. Los números no significan nada o significan mucho. Todo depende de qué calendario sigas. América es una tierra de muchas culturas y como hemos visto en torno a la última década aún está a la espera de autoanálisis.

La zona del Afro-futurismo es un lugar donde las cuestiones que han llegado a definirse como aspectos centrales de la etnicidad afroamericana y su desarrollo en los EE. UU. desaparen, reemplazadas por una zona de interacciones electromagnéticas - simulaciones, intercambios codificados de ideología… legados de desplazamiento traducidos al espacio binario surgido de la unión entre algoritmos y electro-modernidad. Cultura urbana, flujos transitorios de identidad a lo largo de las líneas de vuelo demarcadas por las calles, las luces, los sonidos, las representaciones que mantienen todo unido.

Hace mucho tiempo, un teórico cultural llamado W.E.B. Dubois escribió un texto clásico sobre la identidad afroamericana que tiene paralelos con la actualidad del mundo electrónico contemporáneo. En The Souls of Black Folk, un catálogo de ensayos y melodías entretejidos por evangelios y canciones de trabajo de la comunidad afroamericana que justo en ese momento comenzaba a encontrar su salida de las sombras del racismo estructural y las barreras endémicas de clase, retrataba un ambiente corrosivo donde la vida humana —india, hispana, negra o blanca— estaba estrictamente determinada por el valor de la cantidad de trabajo que una persona podía producir.

Tiempo después, Garret A. Morgan, el inventor del sistema de señales que regula el flujo de movimiento a través del paisaje urbano al que llamamos “señales de tráfico”, planteó que la luz y el movimiento, el código y el control, eran solo muestras de cómo el paisaje urbano se expresaba a sí mismo en sus propios términos, al igual que sucede en la cibernética donde los sistemas de control coordinan los datos al interior de un flujo de información. Ambos ofrecen una parábola que podría iluminar algunas de las cuestiones de las que hablo. Hoy en día las nuevas calles están on-line, los nuevos lugares del código configuran la identidad de un modo que pone de relieve hasta qué punto la tecnología ha sobrepasado la maquinaria social de una realidad americana basada en una revolución industrial de hace más de un siglo.

Un día Morgan vio un accidente entre un carruaje de caballos y un vehículo entonces desconocido, un automóvil. Los viajeros había salido expulsados y sus cuerpos se esparcían a lo largo y ancho de la intersección. La modernidad había chocado con el pasado y el único resultado era el caos. Así que Morgan volvió a casa, pensó en el paisaje urbano, y se le ocurrió un sistema para regular el movimiento. El resto, como la gente puede ver en cualquier parte del mundo, es historia.

“Es una sensación peculiar”, había escrito DuBois, “esta doble conciencia, este sentido de mirarse siempre a sí mismo a través de los ojos de los demás, de medir el alma de uno con el rasero de un mundo que nos contempla con divertido desprecio y lástima. Uno siempre siente su doble identidad: un americano, un negro; dos almas, dos pensamientos; dos luchas no reconciliadas; dos ideales en conflicto en un cuerpo oscuro cuya obstinada fuerza evita por sí sola que se desgarre en pedazos…”. Existen paralelos in-line /on-line con las condiciones psicológicas que en ese entonces formuló Dubois, solo que el contenido racial de sus observaciones se ha vuelto etéreo y se ha extendido al entorno completo de la electro-modernidad, como me gusta llamarlo.

Hace unos años, la aclamada psicóloga Sherry Turkle escribió una colección de ensayos titulada The Second Self, en la que postulaba que la vida on-line/in-line era parte de un ámbito psicológico donde las personas creaban identidades basadas en su interacción con el entorno electrónico de la cultura de internet, un lugar al que llamó “taller de identidad”. Como escribió Turkle en su ensayo Constructions and Reconstructions of the Self in Virtual Reality: “Estad atentos a una naciente cultura de la realidad virtual que paradójicamente es una cultura de lo concreto donde se pone de relieve la idea de que construimos el género y nos convertimos en lo que jugamos, discutimos y hacemos…” La cultura on-line es un mundo social y psicológico configurado en primer lugar por los códigos y algoritmos de una sintaxis cibernética, un sistema para crear códigos que son ante todo utilitarios, y destinados a ser utilizados como componentes en un marco más amplio. En resumen, todo lo que encuentras en línea es parte de una estructura en la que la identidad (como código, como representación de uno mismo, etc., etc.), al igual que el “mundo real”, es totalmente relativa y se basa en un sistema de controles completamente variable.


Contexto

Afro-Futurism: A Statement of Intentions–Outside In, Inside Out fue escrito en 1999 y publicado en la sección “Manifestos” del sitio Afrofuturism.net el año de su lanzamiento. En 1998, Alondra Nelson y Paul D. Miller habían puesto en marcha una lista de correo dedicada al afrofuturismo a la que sumarán en el año 2000 el sitio web mencionado1. El término “afrofuturismo” había sido acuñado por Mark Dery para nombrar de manera restrospectiva una corriente literaria de la ciencia ficción estaounidense donde la diáspora africana y la negritud constituían el motor de la especulación futurista. Desde los años noventa el afrofuturismo vendrá a identificar un ensamble de prácticas artísticas y discursos críticos sobre la tecnocultura que incluye artistas, músicos, novelistas, historiadores, investigadores y teóricos.

Autoras

Fuentes

Enlaces

URL:

Wayback Machine: https://web.archive.org/web/20010301211814/http://www.afrofuturism.net/Text/Manifestos/Miller01.html